El P. Francisco Vallet

Una vida para los Ejercicios Espirituales

para mayor gloria de dios

La transformación de la sociedad mediante los Ejercicios Espirituales

El P. Vallet expresa la razón de su  misión,  en esta llamada al carisma C.P.C.R: llevar al mundo, con la gracia de Dios, el amor unificador al que aspiraba el Corazón de Jesús, mediante los Ejercicios Espirituales. De esta forma quería transformar la sociedad, hombres y mujeres que se encontrasen con Cristo en los Ejercicios Espirituales, y tras un cambio personal, poder cambiar su entorno. 

BIograFía

Francisco de Paula Vallet nació en Barcelona (España) el 14 de junio de 1883.

De familia cristiana, y acomodada, hizo sus estudios primarios en el colegio de la Bonanova, dirigido por los Hermanos de la Escuela Cristiana. Y los secundarios, con los Padres Jesuitas en el colegio “Sagrado Corazón”.

Después de llevar una vida juvenil bastante activa en la Cataluña de la época, en diferentes ambientes, al cumplir los 20 años, comienza una crisis personal que durará algunos años, sintiendo un profundo vacío. Tras la ordenación de su amigo Eduald Serra, comienza a pensar en otras opciones. Acude a él para decirle que quiere hacer los Ejercicios Espirituales en serio, y los hará en la cueva de Manresa, como san Ignacio. A partir de ahí, decidió entregar su vida al señor como jesuita, y dedicarse a los ejercicios espirituales.

Los primeros días de julio de 1907 ingresa en el noviciado que la Provincia jesuítica de Aragón tenía en Gandía (Valencia). Paco es ahora el Hno. Vallet. Fueron dos años de experiencia intensa espiritual e ignaciana. El 6 de julio de 1909, durante la misa de comunidad, pronuncia sus votos de pobreza, castidad y obediencia, junto con otros compañeros. Y pasa a la etapa de estudios sacerdotales, para llegar a ser sacerdote jesuita en julio de 1920. Durante este tiempo ya comenzó a hacer un apostolado específico para que los hombres hicieran los ejercicios espirituales. Crea la Obra de Ejercicios Parroquiales, para evangelizar aún más.

Nunca le había pasado por la cabeza. Y un día, precisamente el 3 de junio de 1927, en Veruela, recibió la inspiración de fundar una nueva Congregación religiosa. Es claro y contundente para él; no puede dudarlo. Discerniendo y consultando, y siempre obedeciendo, quiere asegurarse que aquello que ha percibido viene realmente de Dios. En esta intensa búsqueda de discernimiento espiritual pasa por once meses exactos. En este tiempo, siempre se le confirma más, interna y externamente, que ha de fundar una Congregación para llevar adelante aquella Obra de Ejercicios ya fundada y en marcha, renovadora de hombres para la parroquia.

El 3 de mayo de 1928, en aquel entonces fiesta litúrgica de la Santa Cruz, deja la Compañía y empieza una nueva Congregación: la de los Cooperadores Parroquiales de Cristo Rey.

A partir de ahí, el p. Vallet inicia un itinerario que le llevará a Uruguay, regreso a España, a Francia, y de nuevo a España, convocando a miles de hombres a tandas de ejercicios, en los que se daba una profunda renovación espiritual 

el 31 de octubre de 1943 se funda la congregación de las cooperatrices parroquiales de Cristo Rey, distinta pero complementaria a la de los cooperadores, con un mismo ideal, espíritu y misión apostólica.

El P. Vallet muere el 13 de agosto de 1947, con una extensa obra apostólica realizada.

«Allí, junto aquella estatua yacente de San Ignacio, que decía aquel día mil cosas a mi alma; solamente quise quedar solo, con la resolución más firme de consagrar toda mi vida a aquellos Ejercicios que acababan de descubrirme un mundo nuevo y de revelarme la objetividad de la religión cristiana; me sentí hijo del “Peregrino” (S. Ignacio), hijo espiritual, que el Santo acababa de dar a luz, con sus milagrosos y fecundísimos Ejercicios Espirituales». P. Vallet.

El P. Vallet y los Ejercicios Espirituales

Los Ejercicios Espirituales que los Cooperadores parroquiales de Cristo Rey han seguido dando a lo largo de estos años, han permeado la Iglesia desde los inicios de nuestra Fundación como instituto religioso (3 de mayo de 1928). Muchas personas de parroquias, y  movimientos apostólicos, de toda  España  han practicado la experiencia ignaciana tal como la aplicaba el P. Vallet.

En nuestras comunidades de Francia, España, Italia, Argentina, Uruguay, R.D.Congo, Chile y otros países como Colombia y EEUU, han sido miles de personas quienes han practicado los ejercicios en sus diferentes modalidades . No han faltado congresos multitudinarios de ejercicios como los celebrados en Roma, Francia, España y otros lugares, donde ejercitantes de diferentes nacionalidades se encontraban para potenciar su sentido de pertenencia a la Obra de Cooperación Parroquial y buscar nuevas formas para seguir llegando al hombre de nuestro tiempo, proporcionándoles una experiencia de transformación radical, de encuentro con Jesucristo.

Es así como nuestras Casas, se han convertido en una especie de “áreas de servicio” donde siguen llegando personas sedientas de Dios, buscando revitalizar sus vidas. Y aquí no solo encuentran espacios donde vivir estos “cenáculos de Amor unitivo” tal como los llamaba el P. Vallet, sino también una familia a la que pertenecer.

Por tanto, los ejercicios en nuestro caso, no se han limitado únicamente a proporcionar una serie de recursos espirituales para evangelizar y despertar la vida del creyente, sino que nos damos cuenta de que los ejercicios espirituales de San Ignacio han generado un espíritu de familia que aún seguimos sintiendo y que deseamos potenciar.

No nos conformamos con que el laico pase por nuestras “áreas de servicio”, sino que también les animamos a que vivan su pertenencia al Carisma desde su condición, buscando nuevas formas de vida asociada y de evangelización, para que los ejercicios Espirituales y toda la vida que ellos engendran a su alrededor, sigan fecundando la vida de la Iglesia.

A través de los ejercicios, muchos han confirmado y siguen recibiendo un fortalecimiento de su vocación de discípulos y misioneros en el mundo.

Por ello, de las grandes virtudes  de los Ejercicios, son su actualidad y la capacidad para hablar al hombre de cualquier época histórica. Precisamente, porque se adaptan al hombre en sus circunstancias concretas, y al mismo tiempo conectan con esos aspectos que nunca cambian, que permanecen en el hombre, tales como el sentido de la vida, de la verdad, de la belleza, de la búsqueda de un “más y mejor” …

El P. Francisco de Paula Vallet, fue el Fundador de una organización de laicos, destinada a desarrollar unas actividades concretas, de interés eclesial en estrecha relación con las parroquias. Desde sus primeras actuaciones aparece tratando de movilizar a los laicos en torno a las diócesis, con sus ambiciosos proyectos de recristianizarlo todo, por medio de los Ejercicios.  Su entusiasmo por la extensión del Reino de Cristo en el amor, la difusión de la Verdad, la Unión y el servicio a la santa Iglesia con la obra de los Ejercicios Parroquiales, constituye un lazo de unión, una verdadera Alianza para unir a todos en un único Corazón.

En  una de  las muchas cartas del p. Vallet,  refleja la misión de su fundación tras los años de su vida apostólica: «La Obra es un instrumento de conquista, profundamente espiritual, sumamente práctica, eminente social. Pretende servir a todas las demás obras y movimientos, adaptando su organización a la estructura natural y vital de la Iglesia, cuya célula más asequible es la parroquia, en la que, como punto de entrada o de penetración, nos fijamos. Con ello, nuestra labor es inyectar de espíritu, vigor… a la Santa Iglesia. Para obtener la mayor adaptabilidad y compatibilidad de la Obra a todas las demás obras dentro de la parroquia, la organización de la Obra debe ser lo más elemental y simple posible, e invisible que se podrá obtener, realizando con elementos humanos y medios materiales, un mínimo de organización indispensable para que ella sea una realidad y tienda a sus fines propios con sus medios peculiares… Esta Obra, opera buscando en todo lo más rectilíneo, dentro de la mayor integridad doctrinal y la más decidida resolución. Ella constituye un cuerpo, con el que se avanza con sorprendente eficacia por entre las filas de los hombres adultos indiferentes».  Francisco de P. Vallet, cpcr. (Articulo extraído del boletín mensual Avanzar, Año I Nº1 de septiembre de 1945)

Esta obra para conseguir su fin de restauración o revitalización de las parroquias, tendrá como medio principal la formación, renovación y perfección cristiana de las personas, sacerdotes y laicos, pertenecientes a dichas parroquias, instituciones, movimientos….

¿Con qué medios llevaría el P. Vallet a cabo la obra de recristianiciación? Él mismo contesta en esta carta lo que consideró el fruto de su oración: «Mediante los ejercicios espirituales de san Ignacio. Mi acción social acción evangelizadora. Hoy ha de empezar la que tiene que ser obra de la Sma. Virgen María Inmaculada. A Ella la he consagrado totalmente, yo, el más vil esclavo de María, y a tomarla a Ella como Iniciadora, Fomentadora, Señora, y directora de la Acción Cristianizadora, que va a realizar, gracias a los Ejercicios de San Ignacio (que son de María), esos hombres del “Campo de Cristo” renovados, y con ellos de la Acción Social Cristiana». (8 de diciembre de 1921)

Su lema: La formación del laico en la obra del P. Vallet. La renovación de todas las cosas en Cristo, Nuestro Señor. Renovación del espíritu cristiano, que es el de la Iglesia Santa y Universal, el Espíritu que dios Jesús a los hombres. 

Los Medios para esa recristianización: los Santos Ejercicios. Los Santos Ejercicios, vistos como un medio, que el P.Vallet va aplicando a todos los estamentos sociales y a todas las situaciones de vida de los hombres». “Acción Cristianizadora” (pág. 72-73) Traducción castellana del libro “Fa cincuanta anys” realizada por el mismo autor, el P. Antonio Sospedra.