Fundadas por el P. Francisco de Paula y Vallet, los Cooperadores y Cooperatrices Parroquiales de Cristo Rey son dos institutos de derecho pontificio, dependientes de la Santa Sede. Nuestro carisma y espiritualidad nacen de la experiencia espiritual de los Ejercicios de San Ignacio de Loyola, y ofrecen un encuentro profundo con Cristo, para discernir y elegir lo mejor para la vida. Y una vez hecha esa elección, ser apóstoles en la sociedad, para que Cristo reine en los corazones de cada persona, y todos sean uno. Además de dar los Ejercicios Espirituales según el método de S. Ignacio, realizamos acompañamiento espiritual, y colaboramos con otras instituciones de la Iglesia.
María ocupa un lugar privilegiado en nuestra espiritualidad con el título de su Corazón Inmaculado y como tal es la Patrona principal de la Congregación. Viviendo íntimamente unidos al Corazón de nuestra Madre, vibraremos más al unísono con el de Cristo.
Reino, Verdad, Unidad e Iglesia, constituyen las facetas del ideal supremo de nuestro Instituto. La oración, el discernimiento y la obediencia son los pilares en los que se apoya la espiritualidad CPCR, como la de S. Ignacio de Loyola. La misión concreta y específica de nuestro Cuerpo Apostólico es evangelizar, en servicio de las parroquias. Para el logro de este objetivo apostólico, nos sentimos llamados al ministerio de la Palabra en cualquiera de sus múltiples formas y a la administración de los Sacramentos, pero dando la preferencia a los Ejercicios espirituales de S. Ignacio.
El ministerio principal de los Cooperadores es la predicación de la Palabra de Dios, primordialmente mediante los Ejercicios Espirituales de San Ignacio, retiros espirituales, y la dirección de toda otra experiencia espiritual que prepare o haga fructificar en la vida estas experiencias. El acompañamiento espiritual según la escuela de los Ejercicios es también una parte de nuestra vocación.
El P. Francisco de Paula Vallet, nació en Barcelona. Después de una crisis existencial que tuvo en su juventud, hizo unos Ejercicios Espirituales, que le cambiaron la vida, y decidió ser Jesuita, para poder dedicarse a dar esos Ejercicios que a él le ayudaron tanto.
Después de llevar un tiempo en la Compañía de Jesús, sintió la llamada a fundar una congregación que se dedicara más específicamente a dar los Ejercicios, de una forma más particular a los hombres, y que cooperase con las parroquias, para generar un movimiento que transformase a las familias y la sociedad.
De esta manera surgen los Cooperadores, que tienen comunidades en España, Francia, Argentina, Uruguay y R.D. del Congo. Actualmente cuenta con unos cien miembros entre sacerdotes y hermanos.